Escrito por:
Fabiola Sáenz
Líder de Propiedad Intelectual y miembro del Comité de Diversidad e Inclusión
En el marco de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer me resuenan múltiples contenidos de trascendencia con un enfoque de género, como el liderazgo femenino, la sororidad, la perseverancia y el amor propio, con los cuales además, siento una gran identidad. Sin embargo, la orientación de la presente reflexión va dirigida a un ámbito que viene despertando pero que reclama sensibilización, proyección y evolución en pro del bienestar de género. Es lo que actualmente se conoce como la integridad empresarial.
El campo profesional para las mujeres, demanda retos inmensos, siendo que debemos sobreponernos a muchísimos obstáculos y desigualdades. Las batallas libradas por las valientes mujeres que nos han abierto el camino en vías de la igualdad y la equidad, sin duda han permitido que hoy en día podamos realizarnos en el campo laboral. La travesía ha sido árida y vertiginosa, no obstante, se ha trazado una ruta para conseguir esa tan anhelada transformación que traiga consigo la igualdad de oportunidades para las mujeres.
Dentro del entorno empresarial, se viene gestando una metamorfosis bajo una visión marco de probidad, abarcando aristas no solamente relacionadas a la equidad de género sino también a otros temas trascendentales como lo son las prácticas amigables con el medio ambiente, la sostenibilidad, los derechos humanos, la salud y bienestar, y hasta la innovación. Se ha entendido que no solo es importante mantener un cumplimiento de normas y regulaciones, sino que es de suma relevancia también, fomentar la ética en los negocios como un valor de confianza y legitimidad para las organizaciones.
¿En qué consiste esta integridad empresarial?
Si partimos del origen de la palabra integridad, la misma es asociada con términos como honestidad, rectitud, moralidad o pureza. Es aquella virtud que dota a quien la posee, de una valía especial, un quilataje que genera respeto y admiración en los demás. Históricamente la integridad ha sido concebida como aquella virtud inculcada en el seno del hogar, pero la visión de darle vida y envergadura en el ámbito empresarial, es indudablemente, un enorme avance de la sociedad, que denota una conciencia de que tal corrección debe ser tanto en el plano personal como en el organizacional. El autor C.S. Lewis, tiene una descripción de la integridad muy atinada, la cual define como “hacer lo correcto aun cuando nadie te está observando”. Si dotamos a los entornos empresariales de esa rectitud, moralidad y transparencia, donde se busque hacer lo correcto a pesar de que solo sea para nuestros ojos, estaremos sembrando la semilla de progreso para múltiples campos de la humanidad.
Como mujer, madre y profesional, deseo que se exalten los espacios donde se impulsen y promuevan estos valores que permitan informar, educar y transformar las culturas empresariales con miras a una nación más justa, equitativa y sostenible. El tema de género ciertamente encaja dentro de los aspectos que deben ser abordados y mejorados para lograr llegar a un mundo donde las niñas, adolescentes y mujeres puedan desarrollarse en ecosistemas profesionales que respeten y garanticen sus derechos. Impulsar la erradicación de sesgos inconscientes que limiten el crecimiento de las mujeres, desaparecer definitivamente los techos de cristal, crear y poner en efectiva acción códigos de ética que resguarden la igualdad de oportunidades para las mujeres, donde circunstancias como el acoso sexual y los favores sexuales no tengan cabida en los entornos empresariales, permitiéndole todo lo anterior a las mujeres, poder brillar con total esplendor.
Reflexionemos en este día, sobre cómo nuestras decisiones individuales y corporativas afectan a nuestra comunidad, y promovamos la indiscutible relevancia que encierran las prácticas éticas en el entorno empresarial, modelando atmósferas ejemplares para la equidad de género.