Escrito por: Sergio Escobar
La prueba idealmente constituye el alma o esencia de un proceso, permitiendo al Juez tener conocimiento comprobado de lo que sucedió, es decir, razonable certidumbre sobre los hechos presentados por las partes. A la persona que dirime una controversia debe convencérsele respecto a: ¿Qué pasó?, para que en función de la credibilidad del caso que fue presentado por el demandante o demandado resuelva lo que corresponda, esto significa que la ausencia o insuficiencia de prueba adecuada constituye una fórmula que probablemente conducirá a una resolución adversa en detrimento de la parte que no tiene justificación de su posición.
Desde una perspectiva extraordinariamente elemental los pilares de un proceso judicial se construyen en función de dos ejes:
I) El diseño de la estrategia legal, una tarea que corresponde exclusivamente al abogado y se ejecuta una vez el conflicto nació entre las partes y se ostenta claridad sobre lo sucedido. Esto a grandes rasgos tiene por objeto determinar las alegaciones sobre el fundamento legal que justifica el reclamo o defensa que se presenta.
II) El diseño e implementación de la estrategia probatoria es una labor conjunta del abogado y el área de negocios de la compañía o las personas que se encontraban directamente involucradas en el negocio ahora en conflicto. Esta tarea en muchas ocasiones no se le concede la importancia que merece, trayendo consigo desastrosos resultados al estructurar casos con soporte legal, pero sin soporte que justifique los hechos alegados. Esta labor en esencia tiene por objeto recolectar, clasificar y presentar oportunamente los soportes del reclamo o defensa que se presenta. Al abogado de forma especial le corresponde determinar si dichos soportes son adecuados y suficientes para justificar la posición de la parte que representa para tener una perspectiva clara de los potenciales escenarios de esa controversia.
No debe perderse de vista que la prueba es una amiga paciente para el demandante, ya que en gran medida cuenta con todo el tiempo que sea necesario para recolectar y presentar toda la prueba que se tenga a la mano para justificar su caso, es decir, presentar un reclamo “robusto” y “sólido” como un roble. El peor enemigo de un demandante es precipitarse en presentar un reclamo sin los soportes suficientes para que sea declarado con lugar. Por el contrario, la prueba para el demandado resulta una enemiga impaciente, ya que el plazo para presentar la prueba usualmente es extraordinariamente breve, es decir, que un demandado nunca puede ser pasivo al momento de buscar los soportes de su defensa, aspecto sobre el cual debe crearse conciencia para adoptar las medidas que permitan reducir la curva de búsqueda de los elementos con los que se defenderá.
Ahora bien, la prueba será nuestra mejor amiga, en la medida de que su credibilidad sea suficientemente robusta para justificar nuestro caso, por el contrario, la prueba podría ser nuestra peor enemiga:
I) Cuando no se logre obtener y presentar a tiempo;
II) Cuando no sea suficiente para demostrar lo que solicitamos o;
III) En el peor escenario, sencillamente no exista, lo cual representa la máxima fórmula del fracaso ya que lo que no cuenta en el expediente del caso, para el Juzgador de la controversia no existe. Estas circunstancias nos colocarían en una situación de absoluta desventaja frente a la contraparte que diligentemente documentó los soportes de su caso.
Con la experiencia adquirida una de las situaciones más frustrantes para un abogado es cuando solicita asesoría una persona que tiene la razón, pero infortunadamente no existe forma humana para demostrar su posición (alguien que pagó una deuda en efectivo, pero no documentó el pago, etc.), aspecto que es más usual de lo que podría imaginarse. Los riesgos asociados con la ausencia de soportes pueden reducirse y en muchas ocasiones superarse, con una participación temprana de los asesores legales que tenga por objeto preparar de manera adecuada y oportuna los soportes del día a día los negocios de nuestros clientes.
En ese sentido, contrario a lo que podría imaginarse, los justificantes de los reclamos nacen o se generan en el día a día de una relación contractual o comercial es por ello que constituye una práctica recomendable involucrar a los asesores legales antes del nacimiento de la controversia. Esto tiene por objeto brindar una asesoría inmediata durante la ejecución de los proyectos respecto a la forma de soportar los antecedentes, centralizar las comunicaciones y prestar atención en el lenguaje para redactar las comunicaciones sobre incumplimientos. En general contribuye a la preparación de los distintos soportes que servirán de fundamento en el contexto de un futuro reclamo, permite que los asesores legales estén empapados de la memoria histórica de los antecedentes del caso, reduciendo de esa manera el riesgo de enfrentarnos al escenario de una resolución adversa por ausencia o insuficiencia de prueba.
Por lo anterior, una asesoría temprana resulta adecuada para que el manejo de una controversia llegue a buen puerto para los intereses de nuestros clientes, con lo cual nos ponemos a vuestra disposición para trabajar de la mano en estructurar una solución apropiada y satisfactoria que pueda dar respuesta a las distintas controversias que puedan enfrentar en la cotidianeidad de su vida económica, de cara a incrementar las posibilidades de éxito de obtención de una resolución favorable a los intereses de ustedes como nuestros clientes.